Operacion Chavin de Huantar 22 de abril 1997





Antes de Sendero Luminoso

El MIR.-
El Movimiento de Izquierda Revolucionaria se gestó como consecuencia de un desprendimiento del APRA el año 1962 y debido a la influencia de la Revolución Cubana. Por entonces se creía que lo que el Perú necesitaba era la insurgencia de un grupo guerrillero que encausara la protesta del pueblo. En esa perspectiva se preparó con el apoyo de Cuba a diversos grupos de jóvenes del Perú y de América Latina con miras a retornar a sus países para encausar esta revolución latente. El MIR fue uno de esos grupos.


En 1965 se constituyeron 3 frentes. Uno en el Sur dirigido por  Luis de la Puente Uceda, en el Cusco. Un segundo en el Centro, dirigido por Máximo Lobatón y un tercero, en el norte dirigido
por Gonzalo Fernando Gasco.

Los servicios de inteligencia de las fuerzas del orden desbarataron en poco tiempo el frente del Sur, muriendo todos sus integrantes. Poco después sucedió lo mismo con el Frente del Centro y el frente Norte se dispersó.

La lucha armada del MIR duró apenas siete meses desde junio de 1965 hasta la muerte de Guillermo Lobatòn, el líder del frente guerrillero Tùpac Amarù en el departamento de Junín, en enero de 1966. Este mismo frente también inició la lucha armada del MIR.

Elaborado por Carlos Coronado Palacios
Fuente: Instituto Peruano de Criminalìstica y Pericias.Trabajo de Investigacion sobre el terrorismo en Perú.  

Relato de Luis Mantilla (LUMAN)

- ¡ Luz verde! ¡luz verde carajo! – anunció con entusiasmo Papá Oso-

Después de casi cuatro meses de intenso entrenamiento, había llegado la hora de la verdad; en nuestras manos estaba devolverle la paz y tranquilidad a nuestra sagrada patria, aquélla que inclementemente fue violentada por un grupo de fanáticos genocidas; todos los jefes de grupo, fuimos citados a la madriguera (oficina de comando), allí estaban Papá Oso, responsable de la misión; el Doctor, encargado de la información de inteligencia y planeamiento de la operación; Gotzila, jefe de operaciones tácticas; “Rositas”, del servicio de inteligencia nacional; un camarógrafo y mis compañeros, todos ellos jefes de grupo, de los que sobresalían: comando Pantera, Masiste, Puntero, Jugador, Pagador, Chizito y otros.

El Doctor se dirigió a mi:

- Chato, tú la rompes, tendrás ese privilegio ¿Sabes? Quisiera estar en tú lugar, yo mismo le pondría una bala en medio de los ojos de ese maricón de Cerpa –no le creía, estaba seguro que apenas viera a Cerpa, se echaría a correr- hemos demostrado inferioridad siendo superiores, han mordido el anzuelo, están confiados, a llegado el momento de actuar, para eso somos soldados -¿Somos? Me pareció mucha gente, las circunstancias me obligaban a escuchar, pues nada tendría que hacer junto a un traidor a la patria, el Doctor, siguió hablando- hemos desestimado la entrada por aire, lo haremos por los túneles y las puertas, nada por aire, los comandos de la FAP se quedaran “Arriolas” esta vez, el ejército encabezará la operación: “Chavín de Huantar”.

Había escuchado hablar mucho del Doctor, siempre cosas malas; tenía subyugados a casi todos los mandos de nuestras fuerzas armadas, increíble, un capitancito que en los tiempos del gobierno revolucionario militar se puso a ordenes de la CIA, vendiéndoles información sobre el armamento Soviético que habíamos adquirido, siendo secretario del poderoso general Mercado Jarrín, era uno del dueños del país; pero algo tengo que reconocer de él, la seguridad de sus decisiones inmediatas y el entusiasmo contagiante que él despedía, es innegable que si “Chavín de Huantar” fue un éxito, se debió a este nefasto personaje. Siguió hablando:

- Estos terrucos de mierda piensan que ya me cagaron, que arrugué, que soy un huevón; les daremos de su propia medicina, los túneles que alguna vez les sirvieron para rescatar con la ayuda del “caballazo” a sus camaradas, esta vez servirán para mandarlos al infierno; Pantera, tú la rompes por el “hueco de ratón B”, tres de tus muchachos corren limpiando el flanco izquierdo del “Chato”, luego te mandas hacia arriba; estoy contento con los tiempos que han hecho en el entrenamiento, doce minutos serán suficientes para agarrar a Cerpa con los pantalones abajo; “Masiste”, ya sabes, por el “hueco de ratón C”, apoyas al Chato con tres hombres mas, le limpias el flanco derecho, le harás las cosas fáciles al “retazo” para que queme a Cerpa; “Jugador”, bueno, esta demás decirte, tú y los tuyos por la puerta principal, si los cálculos no me engañan “Cóne” les dará la bienvenida desde arriba, demorará segundos en rastrillar su AKM, esos segundos serán importantísimos, que cada escudo cubra por lo menos a dos, ¡Prohibido morirse carajo! El que se muere se jode conmigo; “Pagador” y “chizo”, ustedes por los “huecos de ratón” de atrás, ya saben que: “por atrás duele más”, no pierdan tiempo en tratar de entablar combate, directo en busca del Premier Tudela, separen a sus hombres para que también busquen a Muñante y Aoki; trataremos de avisarles que a la hora prevista estén juntos, ojalá no se les ocurra en ese momento ir a cagar; ¿Ah? Me olvidaba de ti “Puntero”, tú y tus hombres en los puntos predichos, apunten bien carajo, no se vayan a enfriar gente nuestra, no tengan piedad con las hembras, aparecen por sus miras y las queman, no las quiero vivas, ¿Aaaah?, Chato, en tu retaguardia estará el coronel “Bigote” y un camarógrafo; otro ira en la tuya Pantera y otro en la tuya “Masiste”, no se asusten, no interferirán en sus trabajos, llevan ordenes mías, ni sentirán su presencia; me olvidaba quiero hacerles recordar que tengan mucho cuidado con las minas de las puertas C, D, G; y las Ay B con los cazabobos, hoy las revisé bien, nuestros informantes en la residencia , nos han dado hasta los últimos detalles, en sus mapas esta bien señalizadas, seriamos huevones si caemos en ellas ¿Alguna pregunta?

- ¿Doctor?

- ¿Si Chato?

- ¿Cuándo entraremos?

- Tenemos luz verde, pero hay que esperar, será en el momento preciso; cuando esto termine te prestaré “El Arte de hacer la Guerra” de mi tío Sun Tzu, ese libro es mi Biblia, ¡léanlo todos carajo!; hemos fingido incapacidad siendo capaces, hemos fingido inactividad estando siempre activos, hemos despertado en ellos arrogancia, están confiados, lo haremos mañana a la hora de su fulbito, ten paciencia Chato, ¿Desde cuándo no matas a alguien?

- Desde el Cenepa doctor, quiero acción.

- Mañana la tendrás, ¿Algo más?

- Doctor –intervino Pantera-

- ¿Qué pasa Pantera?

- ¿A esa hora los de la Cruz Roja estarán afuera?

- Ellos están entrando al medio día, a esa hora estarán fuera; aunque ahora si quisiera que ese gringo que expulsamos del país, ese.... el ayudante de Minning, estuviera adentro a la hora de la operación, a ver si defiende a la terruquita que estaba afanando, era “pinga loca” ese gringuito, un poco mas y se la “culea” delante de todos; ¿Capitán Pantera?

- ¿Si Doctor?

- Pasado mañana te estaré diciendo: Mayor Pantera.

- Eso espero Doctor....eso espero.

- ¡Así será señores! Si todo sale bien, como creemos saldrá, serán ascendidos todos, los ciento cuarenta, así piteen sus promos, depende de ustedes cantar victoria.

- Algo mas Doctor –interrumpió Pagador- ¿Habrá tiempo de despedirnos de nuestra familia?

- ¡ Oye compadre, no es momento para pensar en familias! –se enfureció el Doctor-en su mente solo debe estar el éxito de la operación –agitó las manos hacia arriba airadamente-

- Doctor, disculpe -habló “Papá Oso”- podemos hacer como los comandos Delta, que cada comando escriba una carta dirigida a su familia.

- ¡Estas huevon! –el Doctor huevoneo al General responsable de la misión- ¡Eso significa fracaso! –arremetió con mas furia-

- ¡Doctor! – El rojo encendido del rostro de Chizito anunció enojo-

- ¿Dime Chizo?

- ¡Somos nosotros los que entraremos! ¡Somos nosotros los que quizás moriremos! –Chizito alzó su voz- estamos dispuestos a entregar nuestras vidas por la Patria, pero aunque sea.....déjenos despedirnos de nuestra familia.

- ¡Esta bien! –se ablandó el Doctor- que todos los comandos hagan sus cartas, luego que se las pongan en los bolsillos de sus camisas, si es que hay una tragedia, la que no quiero que suceda, la carta se le entregará a sus familiares.

- Gracias Doctor –todos agradecieron-

- Esta noche –siguió hablando el Doctor- se internarán en los túneles de ratón, los explosivos plásticos se empezarán a activar hoy mismo, mañana por la mañana ya estarán listos, quiero que lean bien sus ordenes, metro a metro la ubicación de los terrucos, ¡no quiero fallas! ya les dije, si todo esto sale bien, pasado mañana cada uno de ustedes tendrá un galón más sobre sus hombros; no hay nada mas que decir, pueden retirarse “jovencitos”, suerte.....mucha suerte.

- ¡Gracias! –a una sola voz todos agradecieron-

Todos los jefes de grupo, se marcharon a dar las últimas instrucciones a sus hombres; hacía una semana que estábamos con orden de inamovilidad, extrañaba tanto a mis hijos, sentía mucho remordimiento pues, el día que me interné para ultimar los detalles de la operación, les prometí llevarlos a jugar pelota; serví a mi patria en muchas operaciones, siempre dije ¡sí! a su llamado; en el Cenepa muchas veces actué solo frente al enemigo, sin querer y a pesar de un presagio nada auspicioso de mi padre, quien afirmaba que nunca sería un buen militar, pues, en el colegio siempre fui blanco de burlas y tomaduras de pelo por mi pequeña estatura (1.67), otras veces me golpeaban y en mas de una vez, fui a quejarme con mi padre clamándole me vengara, ¡Ja! , cosas de chiquillos; ahora era considerado uno de los mejores comandos de mi país, nunca me amilané por mi talla, ni cuando entrenaba de igual a igual con los boinas verdes norteamericanos, allá en la tupida selva panameña o con los comandos israelíes; quien iba a pensar que “retacito”, mi apodo de colegio, tenia la misión de devolverle la sonrisa al Perú, la anhelada paz y tranquilidad, y sobre todo, la misión de eliminar a Cerpa Cartollini.

Antes del anochecer, empezamos a escribir las cartas de despedida, note que de los ojos de algunos de mis hombres, caían lágrimas, por lo que entendí que antes que soldados, éramos seres humanos; mi carta la dirigí a mi esposa, en ella le explicaba lo acontecido, a la vez le incitaba a inculcar en mis hijos firmes valores de lealtad, patriotismo, amor y respeto al sistema democrático, le rogué los cuidara y me recuerden, ya casi al final escribí: “lo hice por mi querido Perú”.

Esa noche entramos a los “huecos de ratón”, después de posesionarnos en los lugares asignados, ordené a mis muchachos se pintasen el rostro en absoluto silencio, escogimos los colores clásicos de los comandos; verde oscuro y verde claro, en acorde con nuestro uniforme, el camuflado, aquel que no pudimos vestir en el Cenepa, pues el enemigo nos arrebato ese privilegio, lo usaron ellos; estábamos justo debajo del salón principal de la residencia, ajenos a todos estos preparativos, Cerpa arriba, se vanagloriaba con sus momentáneos éxitos; esa misma noche el Doctor nos mandó decir que mañana después del almuerzo de los rehenes se iniciaría la operación, él estaba al tanto de lo que adentro ocurría, como ocurre en las fantasiosa películas de espionaje, había sembrado de micrófonos la residencia, ¿Quién había colaborado en eso? Solo él y su entorno lo sabían, pero escapaban los rumores que alguien hacía mejores los trabajos de un agente de inteligencia, que sus propias misas; dentro del “hueco de ratón”, alguien se apareció, era el coronel “bigote”, el hombre de confianza del Doctor, tras él, un camarógrafo, lo reconocí al instante, habíamos hecho un curso para comandos juntos, la diferencia fue que él nunca lo aprobó, el coronel “bigote” sorpresivamente se dirigió a mi:

- Chato

- Sí coronel

- Las cosas la tenemos que hacer rápidas, con firmeza y mucha decisión –me aconsejó ante mi sorprendida mirada, se suponía que no iba a interferir en mi trabajo y que sobre todo, yo era el especialista en eso-

- Así será mi coronel –traté de ser tajante para no darle pie a mas consejos-

- Porque si titubeas, esto será una mierda –insistió- ojalá hayas instruido bien a tu gente –estaba colmando mi paciencia- espero que el Doctor haya escogido a los mejores –exploté:

- Mi coronel, con el debido respeto, si usted no tiene confianza en nosotros, adelante, “ojo al guía”, nosotros lo seguiremos, entre usted primero, dé el ejemplo –solo me miró-

- Solo es un consejo, confió en ustedes, sé que lo harán –desestimo la idea de entrar primero y se alejó hacía atrás-

Sentado debajo de la residencia, acariciaba mi arma, especial para operaciones de tipo comando, la usé muchas veces allá en el Cenepa, la llamaban “la muda” pues al disparar no hacia casi ruido, tenía silenciador, por segundos medité, la melancolía quiso doblegar mi firmeza, pero después lo controlé, el solo pensar que dentro de algunas horas tendría a mi frente al responsable de violentar la tranquilidad de mi patria, me daba mas coraje, cuando a ella la tocan, mato sin compasión, ello lo podrían corroborar los mas de treinta ecuatorianos que liquidé en el Cenepa.

Esa noche casi no dormí, bueno, para un comando eso es casi lo de menos, eran ya las siete de la mañana, “ Papá Oso” nos hizo sincronizar relojes, se nos ordenó ajustar nuestros chalecos antibalas, supuse que la hora estaba próxima, al rato, llegaron los especialistas en explosivos y demoliciones, hicieron sus últimos preparativos dirigiendo el explosivo plástico hacia arriba, lo dejaron listo solo para activarlo, tenía confianza en ellos, al mando estaba “gansito”, mi promoción, había trabajado mucho en eso con los israelíes, era todo un especialista, aunque era hombre de pocas palabras, me dijo:

- Promo...... ¡Sácales la entreputa! –me apretó fuertemente la mano, con un gesto risueño de mi parte, le contesté afirmativamente-

Al medio día, nos comunicaron que Michael Minning, el encargado de las Cruz Roja había ya abandonado la residencia, como presagiando algo, se quedo adentro mas tiempo de lo acostumbrado tratando de persuadir a Cerpa variara su endurecida posición, había prohibido las visitas médicas, Minning no lo consiguió, “Hermenegildo Huertas” ufanaba arrogancia.

Nuevamente llegaron los especialistas en explosivos, mi reloj marcaba las 2.35 de la tarde, entre nuestras calmadas miradas fingidas, se escapaba un olor a tensión; en ese momento “Papá Oso” se dirigió a nosotros:

- A las tres y veinticinco entramos, esta será la ultima vez que nos veamos, de allí, lo haremos después del operación, cuando cantemos victoria, ¡Suerte muchachos!

Con las miradas nos despedimos, “Papá Oso” no podía ocultar su nerviosismo, por mas esfuerzos que hizo, su rostro marcaba preocupación.

A las tres y quince, Gansito, el especialista en explosivos ordenaba:

- ¡Hacia atrás! En diez minutos empezaran las explosiones, Chato, a los diez segundos de la primera “pepa”, puedes empezar con lo tuyo, ¡suerte muchachos!

Nos retiramos hacia el ambiente trasero, hicimos cuerpo a tierra, faltaban 30 segundos, 29,28,27,26..............cerramos los ojos y luego una ensordecedora explosión anunciaba el inicio de la Operación “Chavín de Huantar”; a los diez segundos ordené levantarnos y correr hacia el hueco de ratón “A”, mi cara totalmente empolvada se endureció, en segundos al llegar al forado, la escalera ya estaba en el lugar correcto, las dos primeras gradas lo salté por instinto, aunque en el entrenamiento el Doctor mas de una vez me insistió en subir grada por grada, no lo hice, y hasta ahora me pregunto ¿Por qué no lo hice? Salí hacia el salón donde segundos antes se jugaba el disputado partido de fulbito, lo primero que observé fue un cuerpo casi mutilado en donde su esternón aun se movía por instintos nerviosos, no tenía tiempo para entretenerme mirando esa desgarradora escena, tres pasos mas allá un emerretista agonizando trataba de ponerse en pie, le disparé una ráfaga con mi “muda”, él se tiró hacia atrás, al instante otras ráfagas de mis hombres que cubrían mi espalda, remataban al infeliz; al segundo llegué a las escaleras, fue en esos instantes que a pesar de la densa humareda, reconocí a Cerpa, estaba tratando de subir, vestía de polo amarillo y bermuda beige, exactamente igual como nos dijo el Doctor, en esos instantes de confusión escuché decir al aturdido y mareado comandante Evaristo:

- ¡Nos jodimos carajo!

A la vez un insulto dirigido hacia nosotros:

- ¡Perros de mierda!

En ese segundo lo miré fijamente por el centro de la mira de mi arma, como presagiando su final y queriendo despedirse de la humanidad, aquella que él y un séquito de fanáticos violentó, correspondió a la mía; me posesioné al costado de las gradas, cuando Cerpa llegaba al descanso intermedio de ellas, le disparé a la altura del tórax, fueron dos ráfagas, aproximadamente seis balas, las necesarias para enviar al infierno a ese miserable, raudamente el sujeto que iba adelante, trastabilló, me dio lugar a apuntarle en la cabeza y disparé, seguí subiendo rápidamente por las escaleras, cuando de reojo miré el segundo cadáver, vi con asombro que se trataba de el Árabe, a él lo pensaba encontrar en el segundo piso, pensé que se me había escapado y estaba ya arriba, no lo podía creer, había acabado con los dos cabecillas, con los dos últimos líderes del MRTA; Por unos instantes se me vino a la mente los rostros en conjunto de los huérfanos y victimas del terrorismo, pareciese como si mi cerebro en pocos segundos, dibujaba un tríptico dramático de horror y tragedia, yo, yo…….¡Los había vengado!

Habrían pasado seis minutos desde el inicio de la operación, llegué hasta el segundo piso, como aseguró el Doctor, allí había un “cazabobo”, el teniente“Chito” y el técnico“Roso”, mis hombres, con la habilidad y temple que caracterizan a los verdaderos comandos, desactivaron el cazabobo sin dificultad,

en esos momentos se empezaron a escuchar mas frecuentemente disparos, era prueba que el resto de mis compañeros ya estaban en el segundo piso, seguí hasta la primera habitación, una AKM salió despedida por los suelos, alguien la tiro, demasiado tarde; El emerretista que lo hizo, puso nervioso a uno de los hombres de “Pantera”, éste le disparo; en estos segundos no quepan la duda, algo así puede ser fatal y determinante; Miré al emerretista, los rostros los conocía de memoria se trataba de “Cone”, también llamado por sus compañeros como “Palestino”; Sentí una explosión en los cuartos de la parte norte, después me dijeron que allí murió el teniente Jiménez, un oficial de fuste y gran futuro, hombre de temple y coraje; estoy seguro que si él volviera a la vida, la volvería a ofrendar por la tranquilidad de la patria; mi lealtad hacia las fuerzas armadas creo que nadie lo duda, pero seria mezquino de mi parte no mencionarles mi inconformidad con respeto a la muerte del Teniente Jiménez, y se los diré por que: En la habitación “H” donde se encontraban los magistrados Luis Cerpa Segura y Carlos Giusti solo se encontraba un emerretista a quien lo llamaban “Cuzqueño”, éste cayo abatido por los disparos de uno de los dos comandos que hicieron un forado en el techo de la habitación, cuando el Teniente Raúl Jiménez llegó en busca de los magistrados, no encontró ningún tipo de resistencia ni oposición, presumo que por un fatal error los comandos que estuvieron en el techo de la habitación “H”, dispararon involuntariamente contra su compañero; con esta reflexión no quiero arrastrar culpabilidades contra mis compañeros que estuvieron en aquel forado, pero los hechos que ahí ocurrieron debieron contarse con la verdad.

Mi misión estaba cumplida, el grupo a mi mando se desempeño de excelente manera, habíamos hecho lo principal, el de acabar con los lideres emerretistas, la densa humadera poco a poco se fue despejando, los disparos fueron cesando, ya no se escuchaban explosiones; seguí avanzando para saber el estado de mis compañeros, en el cuarto “C”, estaba el cadáver de Mary y en el cuarto “D” el de Giovanna, jóvenes mujeres integrantes de este grupo criminal, que sucumbieron ante las erróneas ideologías del movimiento subversivo.

En esos instantes alguien alertó:

- ¡Hirieron a Chizo! ¡Hirieron a Chizo!

Los médicos evacuaban velozmente al comandante Juan Valer Sandoval quien había sido herido gravemente al intentar cubrir con su cuerpo al Canciller Tudela; vi al “Colorao” pasar por delante de mí con el rostro empalidecido por la perdida de sangre; tras él, ayudado por otros comandos, el Canciller Tudela con una de las piernas rotas abandonaba la Residencia.

En los minutos siguientes la Residencia se convirtió en un coro de vítores y hurras, luego cantos patrióticos y felicitaciones; los rehenes empezaron a ser evacuados, algunos por los huecos de ratón y otros por el pasadizo que esta junto a la Residencia; un comando retiró la bandera del MRTA y luego lo quemó, simbolizando el fin de este grupo subversivo; al instante se izó el Pabellón Nacional; empezamos a abrazarnos entre nosotros y por que no decirlo a llorar también, la emoción era indescriptible; paralelamente a estos hechos observé, al Coronel “Bigote” pistola en mano reír, me pareció raro pues al momento del inicio de la operación comando, él llevaba una arma similar a la mía; si hubo crímenes extra judiciales, no me consta, por ahí escuché decir que los emerretistas “Tito y Salvador” se rindieron, pero como les repito, no me consta; empecé ser felicitado por todos, no creía haberme merecido esa distinción, pero todos me hacían autor de haber eliminado a Cerpa Cartolini.

En los instantes posteriores llegó el Presidente Alberto Fujimori, al mismo tiempo Hermoza Ríos y el Doctor, como si se hubieran puesto de acuerdo o quizás, como si estuvieran disputando algún tipo de protagonismo, ellos pugnaban por ser los padres del éxito de la operación; nosotros los 140 comandos que participamos en ésta, pasamos al nivel del dasapersivismo.

Vi al Presidente dirigirse al Doctor:

- ¿Dónde está él?

- ¡Ahí esta! – El Doctor me señaló-

- ¡Felicitaciones Comando! El Perú entero le agradece.

Me sorprendió, es más, estaba estupefacto, jamás pensé que el mismo Presidente de la República de mi país me felicitaría, yo le agradecí:

- Muchas gracias señor Presidente, lo hice para devolverle la tranquilidad a mi patria, lo hice por salvaguardar el orden constitucional y el estado de derecho....lo hice por mi querido Perú.

El Presidente sonrió, apretó mas fuerte mis manos y prosiguió felicitando al resto de comandos, todos juntos cantamos el Himno “Héroes del Cenepa”, como señal de Victoria.

Fuimos evacuando la Residencia por los “Huecos de ratón” por donde entramos, de allí nos llevaron hacia las instalaciones del Servicio de Inteligencia donde fuimos internados y aislados sin justa causa, ante la protesta de todo el grupo de comandos que habían participado en la operación.

En esos momentos supuse la desesperación que había invadido mi hogar, de hecho ya no era un secreto que yo había intervenido en esta acción de armas, mi familia no sabía aun si yo estaba vivo o muerto.

Al día siguiente se apareció por las instalaciones del servicio de inteligencia “Papá Oso” y “ Rositas”, somos soldados, nos debemos a nuestra institución pero los Coroneles y Comandantes de nuestro equipo exigieron respeto.

“Papá Oso” nos reunió a todos y dijo:

- A nombre del Presidente de la República en su calidad de Comandante General de las fuerzas Armadas del Perú, les agradece por haber eternizado la imagen de nuestra institución, solamente se ha hecho posible gracias al valor de ustedes, los valientes soldados del Perú; además me encargó pedir a ustedes disculpas por haberles internados en esta base, se lo hizo por motivos de su seguridad; les vuelvo a repetir: a nombre del País.......muchas gracias; ¡Viva el Perú!

Todos a una sola voz repetimos:

- ¡Viva!

Me fui directo a casa, paradójicamente en las afueras de la base del servicio de inteligencia tome un taxi para que me lleve rumbo a ella, el conductor del taxi no dejaba de conversarme acerca de la Operación “Chavin de Huantar”, al ver mi indiferencia para abarcar yo el tema, se enrojeció de ira y me dijo:

- Parece que usted señor no fuera Peruano ni un buen patriota, el País entero esta festejando la liberación de los rehenes, y este acontecimiento tan grande lamentable parece que a usted no le interesa.

Opté por callar, solo me perseguía la idea de ver a mis seres queridos, pronto llegué a las puertas de mi casa, cuando estaba pagando el taxi, un vecino muy amigo mío al descubrir mi presencia vociferó emocionado:

- ¡El chato!¡El Chato! ¡llegó el chato!

Corrió directo a mi y me abrazó, por los gritos los vecinos empezaron a salir de sus casas, el taxista aun sorprendido por esta escena nada entendible, solo atinaba a mirar, haciendo paso entre la veintena de vecinos que pugnaban por felicitarme, me reencontré con mi esposa, mis hijos y mis padres; empezamos a llorar juntos, mi familia y mis vecinos por tenerme de regreso en casa y yo por verlos nuevamente; conocedor de mi participación en el rescate de los rehenes el taxista se acercó a mí y dijo:

- Permítame estrecharle la mano señor -se la estreché- permítame darle la mano a alguien que a contribuido para la paz de mi País, discúlpenme por todo-le sonreí, el taxista se contentó-

Luego mire a mi padre, me acerqué a él y le dije al oído:

- Lo hice viejo......lo hice, yo mismo mandé al infierno a Cerpa Cartolini.

El viejo se emocionó y alcanzó a decir:

- ¡Con cuál mano lo hiciste!

Alcé mi mano derecha insinuándole que con ella había sido, luego el viejo exclamó:

- Déjame que estreche la mano que a devuelto la tranquilidad a mi país, ahora podré morir tranquilo diciendo que un hijo de mi sangre a liberado nuevamente a mi patria.

Le guiñe el ojo, luego entre saltos y hurras festejamos el éxito de la operación “Chavin de Huantar”.


LUIS MANTILLA (LUMAN)